domingo, 30 de marzo de 2008

Hacia Una educacion Libre

En la actualidad el hombre prescinde de su libertad y acepta a ciegas un sistema socio-económico que le explota, a cambio obtiene un insignificante y falso bienestar dispuesto a subyugarle.

E l motivo por el que la sociedad adopta esta posición conformista que resta sentido a la vida sin exigir su libertad como el bien más preciado que posee, parece bastante obvio. El hombre ya ha sido manipulado a través de una educación que, inculcada desde edad temprana, le ha transmitido una serie de valores que coartarán constantemente su libertad.

La educación que nos ofrece el estado, apunta hacia el ámbito institucional de la escuela, donde el sistema crea con exactitud aquello que desea o lo que es lo mismo, a unos individuos que se sometan a la sociedad preestablecida. Está claro que en una sociedad donde los desequilibrios son evidentes en todos los ámbitos, la enseñanza resulta un método imprescindible de poder para las clases dominantes.

Tras el falso propósito de crear una educación justa, los poderes fácticos ofrecen y obligan a aceptar un sistema educativo tan desequilibrado como la sociedad. La escuela se transforma de esta manera en parte esencial para la continuidad de aquello que representan los que imparten la enseñanza. Por esta razón, los gobiernos imponen su base en modo de programa y profesorado tipo.

La razón parece bien sencilla, el poder prepara a millones de individuos a creer, asumir y aceptar la supuesta condición que les corresponde, sin olvidar que las diferencias sociales influyen también en la preparación académica. Lo que sí resulta evidente es que una institución de carácter obligatorio no guarda ninguna relación con la libertad propiamente dicha. La razón principal por la que no se permite elegir ningún sistema alternativo, radica en que ello perjudicaría una forma de pensar y de concebir la vida que ya creen controlada. ¿Cómo demostrar entonces la viabilidad de un sistema alternativo que simplemente no interesa a los poderosos? El pedagogo Anton Makarenko (1888-1939) ya planteó lo que consideraba que eran los problemas fundamentales de la enseñanza, trabajando en la organización de comunas colectivas con un sistema económico autogestionario. Gracias a él, comprobamos que la autogestión y la colectivización de la enseñanza son posibles. Sin embargo su visión educativa dista aún mucho de la perspectiva libertaria de la educación. Por su lado, Célestin Freinet (1896-1966) creó un modelo alternativo de enseñanza en Francia. Sus alumnos, pertenecientes en su mayoría a clases sociales desfavorecidas, experimentaron un innovador método que pretendía la liberación pedagógica de la clase obrera. Freinet introdujo una serie de transformaciones en los aprendizajes esenciales -lectura, lectura-trabajo, cálculo, ortografía, etc...- y desarrolló la Cooperativa de Enseñanza Laica.

Pero es Iván Illich (1926-2002 ) quien encarna la verdadera trasgresión del sistema pedagógico vigente, condenando un sistema escolar que, diseñado como institución pública, no sirve más que para estabilizar y proteger la estructura de la sociedad que lo produce. Illich critica los valores institucionales, la competitividad, la jerarquías producidas por las calificaciones, los valores condicionados, y propone una serie de recursos que considera necesarios para un verdadero aprendizaje. Entre estos recursos cabe destacar la elección de los educadores consultando a los alumnos y la idea de una educación sin escuela. Estas teorías surgen como contraposición a una educación que obstaculiza la evolución del pensamiento hacia una educación libre y exenta de manipulación, provocando grandes carencias en las libertades del hombre. Por ello se necesita avanzar hacia un estadio superior en este ámbito, la desescolarización.

La base la encontraremos en los textos de los autores citados, donde, como hemos dicho, se propone la destrucción de las jerarquías, la eliminación de diplomas y títulos meritorios, la colectivización de los grupos de estudio y la implantación de la auto-evaluación. Pero para concebir cualquier alternativa en este campo, necesitamos huir de la falsa concepción que nos han inculcado sobre la enseñanza, salvando el error y proponiéndonos una labor de diferenciación entre el hecho de enseñar y el de aprender, aún con más razón si la enseñanza se nos impone como hasta ahora. Un elemento de gran trascendencia en la educación libre se erige en la figura de los ateneos, los cuales deben constituir el eje primordial de la educación libre. Allí encontraremos, además de un extensa biblioteca y archivos culturales de libre utilización, asambleas, tertulias e información sin lazos opresivos, una verdadera promoción de la libertad de cultura y aprendizaje. Pero los pocos ateneos existentes, acosados por las instituciones, subsisten prácticamente sin recursos y con la dificultad añadida de la constante persecución a que son sometidos. Así, el estado pretende impedir la evolución de una libertad poco interesante para ellos, la del conocimiento; algo que también se refleja en su sistema educativo, en el cual el programa de humanidades ha disminuido considerablemente con la intención de mermar la capacidad de pensamiento de la ciudadanía.

Queda claro, entonces, que la democracia disfraza sus deficiencias en forma de virtudes, lo cual perjudica a las libertades del hombre e impide su pleno desarrollo. Por tanto, resulta elemental liberar la mente de la humanidad desde su génesis, por lo que es incuestionable la necesidad de una pedagogía que mantenga libre al conocimiento y al mismo hombre.

Barcelona Julio-2003. David Peña es escritor"